En Colombia, el maíz trasciende su condición de simple grano. Es un eje fundamental que impulsa el desarrollo económico, la diversidad cultural y la sostenibilidad del campo. Desde el campo hasta la mesa, el maíz es un actor clave en la vida de millones, garantizando no solo alimentos, sino también oportunidades y futuro.
1. El maíz fortalece nuestra seguridad alimentaria
Más de la mitad de los colombianos inician su día con una arepa, y la harina precocida de maíz es un pilar en hogares de todos los estratos. Pero su rol va más allá del consumo directo: el maíz es la base fundamental para la producción de proteínas esenciales en el país.
Aves, cerdos, peces y ganado dependen de este grano para su alimentación, convirtiéndolo en un eslabón irremplazable en la cadena de la seguridad alimentaria nacional. Una disponibilidad estable de maíz, ya sea de origen local o importado, se traduce directamente en mayor estabilidad y acceso a estos alimentos vitales para todos.
2. El maíz es motor de crecimiento para el agro
Colombia produce aproximadamente 1.6 millones de toneladas de maíz al año, con más de la mitad del maíz blanco que consumimos siendo de origen nacional.
Detrás de estas cifras, hay miles de pequeños y medianos agricultores cuyo sustento y el de sus familias dependen directamente del cultivo de maíz tradicional y tecnificado. Impulsar la producción y disponibilidad de maíz —sin importar su origen— significa mejorar sus oportunidades, garantizar precios justos y fortalecer no solo la agricultura, sino también a los cruciales sectores avícola, porcícola, ganadero y acuícola, que son pilares de nuestra seguridad alimentaria.
3. El maíz colombiano necesita ser más competitivo
Actualmente, Colombia se posiciona como el principal importador de maíz en Suramérica, cubriendo solo el 16% de su consumo con producción interna. Esta realidad nos expone a la volatilidad de los mercados internacionales, con sus fluctuaciones de precios y riesgos de desabastecimiento.
Fortalecer la producción interna de maíz generará más empleo y desarrollo en el campo, y al mismo tiempo, robustecerá nuestra capacidad para manejar la demanda, optimizando el balance entre la producción local y las importaciones estratégicas.
4. El maíz impulsa la innovación en el agro
La ciencia y la tecnología son cruciales para el futuro del maíz. Actualmente, el 27% del maíz sembrado en el país es genéticamente modificado (transgénico), aportando el 44% de la producción nacional total.
La investigación en biotecnología ha permitido el desarrollo de variedades más resistentes a plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas, lo que se traduce en mayor estabilidad y volumen de cosecha. Por ello, apostar por la innovación es clave para hacer del maíz un cultivo más productivo, resiliente y sostenible.
5. El maíz es símbolo de identidad
Desde los pueblos indígenas hasta las cocinas urbanas más modernas, el maíz ha forjado nuestra historia. Es el ingrediente principal de nuestras arepas, tamales, empanadas y envueltos, y su cultivo es un legado transmitido entre generaciones.
Apoyar la disponibilidad del maíz, sea cual sea su origen, no es solo una estrategia económica; es también preservar nuestras tradiciones más arraigadas y garantizar un futuro en el que el maíz siga estando en el corazón de nuestra cultura e identidad.
Maíz fuerte, país fuerte: más oportunidades para Colombia
El maíz tiene el potencial de transformar el país, garantizando alimentos y prosperidad. La campaña “Maíz Fuerte, País Fuerte” es un llamado a valorar este cultivo estratégico, a trabajar juntos para que el maíz siga siendo un símbolo de identidad y desarrollo en todas sus formas.
Cada vez que elijes productos que dependen del maíz, estás apostando por un país más fuerte. ¡Sumémonos a esta causa y construyamos juntos un futuro donde el maíz sea sinónimo de progreso y orgullo nacional!
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